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Thoroughbreds: comedia, niñas ricas y toda una historia enigmática

  • Foto del escritor: Sofía Murillo
    Sofía Murillo
  • 2 dic 2020
  • 2 Min. de lectura

Ahora que Netflix subió a su plataforma esta gran película, creemos debes de leer más acerca de ella.


Negra y extravagante, la primera película de Cory Finley nació como una obra de teatro, y lo cierto es que se nota: prácticamente un solo escenario, dos personajes y largas y enrevesadas conversaciones en las que la guerra psicológica y la lucha de poder que se libra entre las dos protagonistas oscila hacia un lado y otro de la balanza. Casi como una declaración de intenciones, la conclusión, la parte con menos diálogo y acción de la película es la que más teatral resulta, en un subrayado elegante y obvio de que aquí lo único que importa es el conflicto y la relación entre las dos antiheroínas.


Y no hay demasiado problema en ese sentido: los dos personajes de las niñas ricas Amanda y Lily, así como las actrices que las encarnan, unas demoledoras Olivia Cooke y Anya Taylor-Joy respectivamente, sostienen sin problemas el retrato de una amistad complicada. Como es de esperar, 'Purasangre' ('Thoroughbreds') pierde algo de fuelle según el choque inicial se convierte en entendimiento (extraño e inquietante, pero entendimiento al fin y al cabo), pero hacen un estupendo trabajo dotando de credibilidad a dos personalidades ciertamente extremas.


 

Amanda y Lily son dos amigas con problemas, pese a su acomodada posición. Amanda le hizo la eutanasia en vivo a un caballo y Lily tiene problemas para permanecer en un centro de estudios y no traga a su padrastro. Amanda, además, tiene problemas para empatizar con quienes le rodean, y memoriza las emociones que tiene que mostrar en cada momento. Aunque nunca se llega a definir del todo, su dolencia tiene algunos elementos de psicopatía clásica, entre otros problemas psicológicos.


Cuando no entendemos del todo la relación entre las dos amigas es cuando Finley le saca más partido, con largos silencios, subrayando el extraño físico juvenil -pero con ropa y maquillaje rígidamente adulto- de ambas, y secuencias genuínamente extravagantes, como cuando Amanda enseña a Lily a autoprovocarse el llanto. Es decir, cuando parece que va a haber una extraña relación de poder, con Lily experimentando una clara atracción por el lado oscuro de la personalidad de su amiga.

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